Meditación del Arco Iris.




Nos sentamos relajados y derechos. Nuestra mano derecha esta encima de la palma de nuestra mano izquierda y nuestros pulgares se tocan ligeramente. Si no estamos sentados en una silla, nuestra pantorrilla derecha esta encima o enfrente de la pantorrilla izquierda. La barbilla esta ligeramente metida hacia adentro.
Primero calmamos la mente. Para hacerlo, sentimos el flujo de aire que entra y sale por la punta de nuestra nariz, dejamos que los pensamientos y sonidos pasen sin evaluarlos. Deseamos meditar para experimentar la riqueza de la mente y poner distancia de cualquier emoción perturbadora. Sabemos que sólo así podemos beneficiar a otros.
A nivel del corazón, en el centro de nuestro pecho, aparece una pequeña luz de arco iris. Gradualmente esta luz se expande por nuestro cuerpo, llenándolo por completo y disolviendo todas las enfermedades y obstáculos. Cuando podemos mantener esta conciencia, nuestro cuerpo irradia como una lámpara e irradia luz en todas las direcciones. Esta luz disuelve el sufrimiento de todos los seres en todas partes y el mundo ahora brilla con gran significado y gozo. Todos los seres están en una tierra pura, llenos de posibilidades ilimitadas. Toda experiencia es auto-liberadora. Emanamos esta luz el tiempo que queramos y nos resulte natural.
Cuando terminamos la meditación, la luz regresa y absorbe el mundo externo en el espacio abierto. Se irradia hacia nuestros cuerpos, que también se disuelven, y ahora sólo hay conciencia sin forma, centro o contorno. Después, así como un pez salta al agua, el mundo aparece otra vez. Todo vibra con significado, todos los seres en esencia son perfectos. Nuestro cuerpo y palabra son herramientas para beneficiar a otros. Finalmente, deseamos que todo el bien consciente que haya sucedido sea ilimitado y que llegue a todos los seres, que elimine su sufrimiento y les otorgue el gozo duradero de reconocer la naturaleza de su mente.

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